jueves, 11 de julio de 2013

¿TIENES DUENDE?

¿Alguna vez has oído la expresión “tienes duende”?

¿No me digas que nunca te lo han dicho? Todos los niños tenéis un duende que vive dentro de vosotros. Es pequeñito, casi invisible.

Cuando tienes ganas de reír, tu duende te está haciendo cosquillas por dentro de la tripa. Y cuando juegas, en realidad el duende está corriendo por todo tu cuerpo, desde la cabeza hasta los pies, por eso no te puedes estar quieto.

¿Te has fijado que tu mamá sonríe cada vez que te ve? El duende que habita en ti le está lanzando destellos con su linterna mágica a través de tus ojos.

Y ¿por qué lloras? Pues porque el duende a veces se pone a cocinar y le encanta picar cebolla y ¡madre mía, cómo pica!

Los duendes hablan entre ellos en su idioma y no todos se llevan bien. A veces se enfadan y cuando el tuyo se enfada, a ti te entran ganas de pelearte con tu hermano o incluso con tu mejor amigo.

Les encanta comer cosas fresquitas, como la fruta, que les da mucha energía igual que a ti.

¿Eres muy bueno contando chistes? Eso es que a tu duende le encanta jugar en el laberinto de tus oídos, como si fuera un tobogán.

¿Se te dan bien los deportes? Seguro que te ha tocado un duende fortachón, que se ha montado en tus piernas un gimnasio.

Hay duendes funambulistas, que van haciendo equilibrios desde un riñón al otro y entonces, es cuando tú no puedes aguantarte para ir al baño a hacer pipí.

A la mayoría de ellos les gustan los niños que leen, porque uno de sus juegos favoritos es coleccionar las letras de los cuentos y por la noche, mientras duermes, las ordenan de otro modo y crean historias fabulosas que luego las dejan en tus sueños.

Son incansables. No paran quietos ni un segundo.

Cuando nos hacemos mayores, muchos de nosotros nos olvidamos de nuestro duende, entonces él se queda dormido en un largo sueño, como el de los osos en invierno, y nosotros nos volvemos serios y poco divertidos.

Pero a veces, cuando jugamos con vosotros, con los niños, nuestro duende se despierta y volvemos a reír y a inventar historias y a soñar.

Mi duende se llama Elfie. Me enteré porque una vez cuando era pequeño me desperté en mitad de la noche y le pude oír trajinando con mis sueños y cantando una canción. ¡Eh, tú! ¿Quién eres? – le pregunté. ¿Pues quién voy a ser? – me respondió sorprendido- ¡Soy Elfie, el duende que vive en ti!

¿Y tú? ¿Ya sabes cómo se llama tu duende?

No hay comentarios:

Publicar un comentario