viernes, 18 de octubre de 2013

DESENCUENTRO ESPACIAL

¿Recuerdas cuando jugábamos? 

Tú eras el Zar de Rusia y yo la Princesa de la hamaca ecuatoriana. Viajábamos al Polo Norte o buscábamos un faro en alquiler para instalar nuestro refugio. ¡Cuántas veces nos fuimos a dar un paseo en nave espacial! Yo experimentaba con el rayo violeta mientras tú registrabas el eco del Big-Bang y, como Robert Redford y Meryl Streep en Memorias de África, imaginábamos cómo sería que me lavases el pelo en el espacio, en ausencia de gravedad.

Aquellos fueron tiempos felices… hace ya ¿noventa años? Tal vez más. Tú eras mucho más joven que yo, pero ¿qué son ahora diez años de diferencia, cuando las personas podemos vivir hasta los ciento cincuenta? Nunca encontramos la partícula de Dios, pero descubrimos cómo eliminar las enfermedades. La gente dejó de morirse de cáncer, de malaria, de infecciones. De repente nuestros horizontes se ampliaron y pudimos hacer cosas que antes eran inimaginables.

Sí, fui una de esas supervivientes, aunque nunca llegaras a saberlo.

Desde este trasbordador espacial, orbitando a quinientos kilómetros de la Tierra, América se ve verde, como en las fotos de la NASA que tantas veces vimos en Internet en aquella época.

Yuri, estoy cumpliendo el sueño de viajar al espacio, pero era nuestro sueño, el sueño de los dos. Cómo me gustaría que estuvieras aquí.

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¿Dónde estarás, princesa? Cuando me dijiste que tenías que alejarte y ponerme en cuarentena, nunca imaginé que los días se convertirían en años y que jamás volveríamos a vernos. ¿Tanto daño te hice?
Durante años seguí silencioso tu rastro por las redes, hasta que desapareciste por completo. Nunca te he olvidado.

Te recuerdo siempre cuando me decías: «Yuri, sueña y hazlo a lo grande».  Te hubiera gustado saber que finalmente me inscribí en la lista de locos que viajarían a Marte en el Grashopper. Hace una hora que hemos despegado desde la lanzadera MARS de Virginia. Se ve bonita la Tierra desde aquí.

Princesa, este es un viaje de no retorno, lo sé, pero ¿qué más da, si tú no estás aquí?

5 comentarios:

  1. Holaaaaa, muy buenas tardes Irene.

    Aquí estoy. He caído de pura casualidad en tu página, estaba buscando algún blog que me aportase algo interesante y consiguiese distraerme del estrés, y el tuyo lo ha conseguido. Me ha servido para pasar media horita de relax y olvidar un poco el estrés de la búsqueda de trabajo (qué te voy a decir... La crisis es muy mala, suerte que puedo decir que soy redactora de artículos para una empresa y, quieras o no, algo es algo, aunque no sea remunerado y únicamente me paguen por artículos escritos).
    Estoy convencida de que seguiré visitando de forma asidua tu página, ya que me está aportando un punto de vista diferente que luego quizás pueda visualizar en mi blog. ¡Todo lo bueno bienvenido sea a mi mente! Me encanta aprender algo nuevo, y tú lo has conseguido, me has enseñado una nueva lección sin necesidad de explicármela. Gracias por compartir tu mente con todos nosotros, y enhorabuena por tu trabajo realizado en la red. Aquí tienes a una bloggera para lo que necesites; me gusta ayudar y compartir webs amigas.

    Antes de marcharme brevemente, si me lo permites, me encantaría compartir contigo mi web de literatura personal optimista "Positiva Dimensión" y de "Tomb Raider Spain", puede que te aporten cosas constructivas, puedes acceder a ellas haciendo clic en mi nombre de usuaria, pero aquí te dejo la dirección por si las moscas:
    www.positivadimension.com
    www.tombraiderspain.com

    Espero que sea de tu agrado y que lo disfrutes.

    Un cordial saludo desde el Sur de España, y muchísima suerte en todo lo que hagas.

    M.

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  2. Nunca un desencuentro me pareció tan hermoso...

    Besos y abrazos, querida reina.

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    1. Gracias Atxia. Hermoso, aunque da un poco de pena, ¿verdad?

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  3. ¿No había comentado yo esta entrada con lo que me gustó este relato?
    No tengo perdón.
    Como diría El Caballero Blanco, es una historia muy hermosa y muy, muy triste.
    Besos, reina.

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  4. Efectivamente, muy triste, Vichoff. fuiste tú la que comentaste en FB que este relato te activó el síndrome Serendipity!

    Un beso, preciosa

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