jueves, 12 de septiembre de 2013

SUPERVIVIENTES



Madrid, 9 de diciembre de 1936. Barrio de Tetuán.

Desde hace varios días caen bombas por la cuidad. Juana tiene miedo. Su marido aparece y desaparece cuando le viene en gana y ella está sola con los cinco niños y el que está a punto de llegar. ¿Qué va a ser de ellos? Son las ocho de la noche y suenan las sirenas.

- Niños, ¡corred a refugiaros en el metro! Anita, hazte cargo de los pequeños y dile a la señora Luisa que venga, creo que estoy de parto.
- Sí, Madre. Danos la bendición.
- Que el Señor os proteja a todos.


A la luz de las velas, en aquella noche en la que los bombardeos también colaboraron en la labor de parto, nació Angelines, la pequeña de seis hermanos, hija de la guerra.



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Madrid, 15 de junio de 1937. Calle del Amparo, Lavapiés.

Daniel y su hermano José juegan en la azotea del minúsculo piso en el que viven con su padre, sus otros cuatro hermanos y Don Félix y su mujer, la señora Paca, a quienes realquilan un cuarto. Son afortunados, tienen la terraza y baño propio.

- Pepe, coge bien al gato del pescuezo y cuando te diga “ya” le tiras por la barandilla. ¿Qué te apuestas a que cae de pie?
- No me apuesto nada, siempre caen de pie. Mira bien que no pase nadie por debajo.
- ¿Te has fijao en el huerto de las monjas?
- Sí, qué cabronas. Mucho rezar, mucho rezar, pero míralas, a ellas no les falta de nada.
- Pero mira bien, ¡si tienen hasta conejos! Esta noche saltamos la valla y les quitamos unos huevos.
- Hecho, pero ¿qué? ¿tiro al gato ya?


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Madrid, 26 de abril de 1941. Pacífico

“La guerra por fin terminó. Las niñas exiliadas en Paterna, Manolo con la ambulancia, que me tenía en un tris, que cualquier día se mataba por esas carreteras de la Sierra de Gredos, si es que no lo mataban antes. Los viajes en tren desde el pueblo hasta Atocha con la comida escondida en los refajos.  Por fin ahora estamos todos juntos, pero ¿quién iba a imaginar que estos años serían aún peores?”

Lorenza, con apenas treinta años, sabe ya mucho de la vida dura. Le acaban de traer de Garciotún un paquete con garbanzos, de "extraperlo". No sabe cuánto pesa y lo tiene que repartir con sus dos hermanas. Se guarda el cucurucho en el doble fondo de la chaqueta y baja a la tienda de ultramarinos de la Isa. Es de confianza. Le dejará que los pese para que pueda hacer partes iguales.

Cuando entra en la tienda, ve que hay una pareja en el interior. Se empieza a poner muy nerviosa. El hombre la mira de arriba a abajo. Ella intenta entablar conversación con la tendera, simulando un tono de voz lo más natural posible. La mirada de la Isa le dice: ¡prudencia!

Sin poder evitarlo, nota cómo un reguero de garbanzos le resbala por la pierna y cae al suelo, llamando la atención del hombre, que se acerca a ella y se identifica como Guardia Civil. Todo su cuerpo tiembla. En ese momento, la mujer que acompaña al policía se aproxima también, le coge del brazo y le dice:

- Fermín, déjalo por hoy. Es una buena mujer.
- Ande, váyase a casa – le dice el guardia.

Lorenza respira y apenas puede susurrar un gracias. Llega a casa con un fuerte temblor en las piernas, que ya ni la sujetan.

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Madrid, 2 de octubre de 1992. La Moraleja.

- A ver, por favor, toda la familia póngase ahí en las escaleras.
- Abuela, ven, ponte aquí conmigo.
- Así…muy bien, la familia del novio que se coloque a su lado, a la izquierda y la de la novia a la derecha. Necesito que se arrimen todos un poco más para que salgan en la foto.
- Tu hija está preciosa – le dice Lorenza a Angelines.
- ¡Quién nos lo iba a decir, Loren! Que con todo lo que hemos pasado y que ya estemos casando a los pequeños y que estén todos tan bien colocados. Tu nieto va a llegar muy lejos, ya lo verás.
- ¡Angelines, ven aquí a mi lado! – la llama Pepe. ¿Has visto alguna vez un padrino tan guapo? Le dice mientras la agarra por la cintura y le guiña un ojo.

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