martes, 4 de junio de 2013

HEREJES, CIENTÍFICOS Y MÍSTICOS


"El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad." Víctor Hugo 

Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford. 1988. El Dr. Bruce Lipton defendía sus nuevas teorías ante una comunidad de científicos entre los que se encontraban los más prestigiosos genetistas del momento.
“Colegas, he estudiado la biología celular durante décadas. Participé en los estudios de descodificación del genoma humano y en la clonación de células madre y hoy, tras años de investigación, debo decir que estábamos equivocados.”

Un murmullo rompió el silencio inicial.

“Sí, creímos que al descubrir la estructura del ADN, la genética lo explicaría todo. Cualquier enfermedad, dijimos, tiene un origen genético y hoy afirmo que con ello condenábamos a la humanidad, haciéndola víctima de un futuro predestinado por los genes y sin posibilidad de acción. Todo está escrito en los genes, defendimos. Hoy estoy en posición de afirmar que ese postulado no es cierto.”

Los rumores se transformaron en gritos de indignación.

“Compañeros, les ruego silencio para que el Dr. Lipton pueda acabar su exposición y al final podamos debatir” – terció el Dr. Bensch, quien presidía el evento y era el único que, no sin reservas, había decidido dar una oportunidad a Lipton de exponer sus novedosos descubrimientos.

“Gracias, Dr. Bensch. Un ser humano está compuesto por 50 trillones de células que conforman un sistema. El ser es una comunidad. No son las hormonas ni los neurotransmisores los que controlan nuestro cuerpo, sino nuestras creencias. Propongo que abandonemos las tesis del neodarwinismo, que nos considera como meros robots en permanente guerra biológica por la supervivencia y recuperemos a Lamark, fundando una nueva biología, la epigenética. Más allá de la genética, nosotros mismos podemos reprogramar nuestros genes y ver la vida como un viaje de cooperación. Afirmo que podemos programarnos para ser felices, si cambiamos nuestras creencias. Las percepciones correctas conducen al éxito, las percepciones falsas amenazan la existencia”.

El Dr. Lipton no fue quemado en ninguna hoguera, pero sí fue rechazado por la comunidad científica, que prefirió continuar aferrada a las tesis neodarwinistas, y fue tildado cuando menos de pseudocientífico y esotérico. El propio Lipton reconoce que pasó de ser un científico agnóstico a místico.

Casi cuatro siglos antes, en 1633, el científico Galileo se enfrentaba a un proceso abierto por la Iglesia de Roma. Gracias a la invención del telescopio, sus investigaciones demostraban ciertas las tesis de Copérnico de que la Tierra orbitaba alrededor del Sol. Sus afirmaciones rechazaban abiertamente la filosofía aristotélica y la teoría geocentrista, defendidas por la comunidad de sabios del momento, mayormente jesuitas. Galileo, bajo amenazas de tortura, salvó su vida tras confesar y abjurar de sus ideas.

Ciencia y espíritu parece que son incapaces de convivir pacíficamente. Hace 400 años, a los científicos que se atrevían a cuestionar las ideas existentes se les acusaba de herejes. Hoy son muchos los científicos que están abandonando sus posiciones agnósticas para defender posturas más espirituales y son automáticamente expulsados de la comunidad científica. Los fanatismos nunca fueron buenos, por ninguno de los dos extremos. 

Me pregunto cómo evolucionará la ciencia. Si pudiéramos hacer un viaje en el tiempo hacia el futuro, me gustaría saber qué lugar ocuparán en la historia personajes como Lipton. ¿Seremos capaces los hombres de dar explicaciones científicas a los fenómenos del alma? ¿Será la evolución de la física cuántica la que produzca el cambio de paradigma actual? Tengo la impresión de que estamos siendo testigos de un paso de gigante en la evolución de la humanidad y no nos estamos enterando.


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