martes, 4 de junio de 2013

YA LEO COMO MAMÁ

Anoche, cuando Mami vino a darme un beso a la cama, se puso muy contenta al verme con mi libro.

- ¡Qué bien que estés leyendo ya a Mark Twain!
- ¿Lo has leído?
- ¡Claro! Te va a encantar, es de un niño como tú pero en América. Y como empieces con los clásicos, ya no podrás parar. Está la segunda parte, que son las Aventuras de Huckleberry Finn, y querrás leer a Julio Verne y a Salgari y a Stevenson y  La Isla del Tesoro…
- Eso me ha dicho Gema, la de la biblioteca.
- ¿Ah, sí?
- Sí, me ha dicho que con nueve años ya leo muy bien y que puedo empezar con los clásicos. Yo he pensado en lo de los romanos y los griegos que habíamos estudiado en Cono y me he quedado así… sorprendido.
- Ja, ja, ja. No, los clásicos son más modernos. De principios del siglo XX o así, pero se les llama clásicos porque están tan bien escritos que no se pasan de moda y les gustan a todos los niños.
- Pero yo creía que La Isla del Tesoro era una peli.
- Primero Stevenson escribió la historia, que es de piratas y como es tan buena, luego hicieron la peli, pero yo te aconsejo que leas antes los libros.
- ¿Por qué?
- Porque así podrás dejar volar tu imaginación y ponerle la cara y la voz que tú quieras a los personajes.
- O sea, que si dicen que el pirata tiene la voz ronca, yo me la puedo imaginar como la del abuelo.
- ¡Exacto! Pero si ves la película, siempre recordarás la voz de John Long Silver como la del actor.
- ¡Ah!
- ¿Por dónde vas?
- Tom Sawyer vive con su abuela y ha conocido a Huck, que es un niño pobre que vive solo y se mete en líos. Se han hecho muy amigos, como Félix y yo. Ahora voy por la parte en que Tom y Huck van por la noche al cementerio y ven al Indio Jo matando al médico. Es de misterio, pero no me da miedo.
- A ver, ¿me lo dejas un momento que lo vea? Está súper gastado y es igualito, igualito al que me leí yo. A lo mejor es el mío, porque hace un par de años, ¿te acuerdas? regalé un montón de libros a la biblioteca del pueblo.
- ¿Y cómo lo podemos saber?
- Mira en la última página. Cuando me terminaba un libro, siempre ponía mi nombre y la fecha ahí.

Me fui derecho a mirarlo y ¡¡¡ahí estaba el nombre de mi madre y la fecha: 1976!!!

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